Leticia Garcés Larrea es pedagoga por la Universidad de Navarra y se ha especializado en parentalidad positiva y educación emocional con el postgrado en Educación emocional y bienestar en la Universidad de Barcelona y el máster en Inteligencia emocional de la UNED, entre otros estudios. En 2010 fundó Padres formados, para impartir formación a familias y profesionales. Tiene su propio centro de orientación familiar en Burlada (Navarra) donde asesora en crianza positiva de forma presencial y online. Desde 2012 organiza eventos de educación y es profesora en el Experto universitario en inteligencia emocional de la UNIR. Es coautora de los cuentos y del disco ‘Emociónate’, autora del libro ‘Padres formados, hijos educados’, de la guía ‘Educar sin miedo’ y del cuento ‘Dragombolo, saca el bolo’.
Pregunta: Se acerca el Día Universal del Niño, este 20 de noviembre. ¿Cuáles son las tres claves principales para educar a los niños desde la parentalidad positiva?
Leticia G. Larrea: Que puedan crecer y desarrollarse en entornos seguros, sintiéndose amados y respetados por sus figuras parentales y las figuras de autoridad en la escuela. Que se puedan crear apegos seguros y vínculos afectivos durante la infancia para que puedan desarrollar las competencias emocionales que se convertirán en los recursos emocionales para la vida. Que reciban, mientras se desarrollan, una disciplina que no dañe, no violente ni haga temer al adulto que lo cuida.
P.: ¿Existe un tipo de padre o madre ideal?
L.G.L.: No, más bien existe un padre o una madre real que busca lo ideal para sus hijos e hijas y, lo ideal, siempre es mejorarse a uno mismo. Que no se conforma con lo que le sale de forma natural, proteger, sino que busca mejorar sus competencias parentales para mostrar el camino hacia la salud mental ejerciendo los buenos tratos desde la infancia.
P.: ¿Qué necesita un niño para crecer seguro de sí mismo y confiado?
L.G.L.: Lo que más necesita es tener sus necesidades físicas y materiales cubiertas, crecer sintiéndose amado, con sentido de pertenencia y tener la oportunidad de desarrollar una personalidad fuerte y sana, siendo lo suficientemente estimulado en su hogar y en el centro escolar.
P.: Está surgiendo últimamente el debate sobre la edad idónea para comprar un teléfono móvil a los hijos. Como pedagoga, ¿cuál es tu opinión sobre este tema?
L.G.L.: Creo que hay que tener en cuenta las circunstancias de cada familia y que el criterio, más que la edad, sea retrasarlo lo máximo posible, que se acerque a la etapa del instituto y se aleje de la etapa de primaria. Es conveniente que su primer móvil no sea ni de alta gama ni esté conectado a Internet de continuo, que su uso esté limitado en tiempo y espacio y supervisado, que su uso sea para jugar o estar en contacto con las amistades, pero que tenga una supervisión parental suficiente. Es más importante que los niños reciban una educación emocional que les permita tener dominio propio, capacidad de esfuerzo y organización responsable, porque aunque lo reciban a los 16 años, como se propone, si no han recibido una educación que les haya permitido madurar a nivel emocional, seguirán siendo igualmente vulnerables.
(Agradecemos a Bibiana Ripol las facilidades ofrecidas para esta entrevista)