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O-City, el Atlas Digital interactivo nacido en la UPV de Gandia y que recopila todo el patrimonio natural e histórico de los territorios y expresiones culturales e historias de las poblaciones de todo el mundo.
Gracias a la identificación del patrimonio de la Comunitat Valenciana en O-City podemos recuperar hoy la historia del telégrafo óptico, una gran infraestructura que recorrió España en tres líneas en la segunda mitad del siglo XIX y que duró en uso solo siete años, los que tardó el telégrafo eléctrico en sustituirlo.
El telégrafo óptico nació en Francia en 1792, pero no llegó a España hasta 1844, cuando se le encargó al coronel de Estado Mayor, José María Mathé Aragua, la construcción de una red de telegrafía óptica, reduciéndose el proyecto inicial a sólo tres líneas con 160 torres.
Torre del telégrafo óptico de Godelleta
Una de esas líneas unía Madrid con la frontera francesa a través de La Jonquera y recorría las provincias de Cuenca, Valencia, Castellón, Tarragona, Barcelona y Girona. El tramo de la Línea Madrid-Valencia comenzó a construirse en 1848 y entró en funcionamiento un año más tarde, con treinta torres. La primera estación estaba en Madrid en el edificio de la Aduana, actual Ministerio de Economía y Hacienda, al comienzo de la calle Alcalá y la última en el convento de San Francisco de Valencia, hoy desaparecido.
El periodo de funcionamiento de este sistema de comunicación apenas llegó a los siete años en el caso de la Línea Madrid-Valencia, viéndose sometido a una prematura obsolescencia frente a las mejores cualidades que ofrecía el telégrafo eléctrico. Tres graves inconvenientes: no funcionaba de noche, dependía de las condiciones meteorológicas y requería de personal aislado y en permanente observación, hicieron que primero, la telegrafía óptica conviviera con la telegrafía eléctrica durante tres años aproximadamente y que finalmente ésta segunda sustituyera a la primera.
Las torres, construidas en todos los casos en zonas elevadas fuera de los cascos urbanos, perdieron su utilidad, aunque hoy todavía se conservan algunas, como la de Villargordo del Cabriel, en la comarca de Requena – Utiel, o la de Godelleta, en La Hoya de Buñol – Chiva.
Ambas se conservan en buen estado, en el caso de la de Godelleta, se encuentra en la cima del Alto La Torre o el Alto del Herrero. La de Villargordo del Cabriel se encuentra en una loma justo antes de llegar al puerto de Contreras y tiene una visión directa sobre la que le precede en la línea, la de La Graja de Iniesta en la provincia de Cuenca.