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Cuando cambió el gobierno en 2011, a través de una gran coalición de partidos de izquierda y derecha, toda esa ficción tomó tierra y se acordó replantear el Plan General para ajustarnos a nuestra realidad y a un crecimiento sostenible.
El Plan General presentado en 2010/11 por el anterior gobierno pretendía una transformación «a lo grande» de Alboraya, con actuaciones como estas: Una nueva área comercial en Palmaret, aumentar al doble el polígono industrial, construir un gran sector residencial al norte del pueblo (hasta el barranco), grandes vías rápidas con grandes rotondas que bordeaban todo el pueblo, ocupar 170.000m2 de huerta para convertirlo en parque público junto a Valencia, o un palacio de congresos en Peixets…
Se trataba de ocupar un millón de metros cuadrados alrededor del núcleo tradicional.
Un proyecto enorme, directamente relacionado con el aumento de la deuda pública que alcanzaba en 2010 más de cien millones de euros. Una huida hacia adelante en plena crisis que auguraba ya terribles consecuencias.
Cuando cambió el gobierno en 2011, a través de una gran coalición de partidos de izquierda y derecha, toda esa ficción tomó tierra y se acordó replantear el Plan General para ajustarnos a nuestra realidad y a un crecimiento sostenible.
Nuestro objetivo siempre ha sido defender un crecimiento para Alboraya que respete nuestras raíces, nuestra huerta y nuestro municipio. Pero que también nos permita obtener las dotaciones y mejoras que Alboraya necesita. Está en nuestras manos el modelo de pueblo que queremos ser en las próximas décadas.
Juntos, pensamos entonces que podríamos transformar todo aquel Plan expansivo en un proyecto sostenible, sin renunciar a un ilusionante futuro.
Frente a un modelo de «gran ciudad», nos planteamos entre todos un modelo de crecimiento prudente, que ocupase el mínimo espacio necesario para obtener las dotaciones públicas imprescindibles para el presente y los siguientes 25 años.
Con ello asumimos que pagaremos las grandes deudas que se adquirieron durante los años de los excesos, sin confiar nuestro futuro a operaciones inmobiliarias inciertas y peligrosas para el pueblo.
Acordamos que no necesitábamos grandes plazas, ni nuevas marinas, ni ciudades de la raqueta o palacios de congresos… Corregimos el rumbo para seguir siendo un pueblo de huerta y mar, con un entorno agrario por el que debíamos empezar a luchar para insuflar nueva vida entre todos, también con la ayuda de las personas que venían a vivir o visitar nuestras playas.
Por todo ello, el Plan ahora corregido y transformado, mejora nuestro polígono sin apenas ocupación, y diseña una nueva conexión con la playa accesible y cómoda para todos, que mejorará el contacto con la huerta con un tratamiento de borde respetuoso y que pone a ambos sectores en valor, tanto nuestra huerta productiva como nuestro sector productivo industrial.
Dota de protección al casco histórico (para que nuestras casas de pueblo no se conviertan en fincas de cuatro alturas). Asegura espacio para el nuevo colegio Ausias March y para el instituto público, además de posibilitar que el antiguo colegio parroquial se pueda trasladar algún día.
Regula las dotaciones en los sectores pendientes de desarrollo en las playas y un mínimo espacio en el pueblo para futuras viviendas, el 30% de ellas de VPO en los tres núcleos, cuya expectativa ayudará a contener los precios de la vivienda y el alquiler, permitiendo quedarse a vivir en Alboraia nuestros jóvenes.
Propone situar un parque de verdad en el pueblo donde pasear, hacer deporte, festejar juntos… Y convertir nuestro tradicional parque de Peixets en un gran parque agrario donde formar a nuestros futuros agricultores, con un humedal donde filtrar de manera natural las acequias para proteger nuestras playas, recuperar nuestras dunas y la playa natural… Un lugar emblemático que unirá los tres núcleos, Port Saplaya, La Patacona y el pueblo.
Se pretende que Peixets recupere lo que siempre fue, un lugar para el encuentro, que nos permita entender y mostrar quienes somos los alboraienses y lo que nos une.
En definitiva proponemos un modelo de pueblo para los próximos 20 ó 30 años moderadamente denso, mucho más sostenible, eficaz, seguro y democrático que los modelos elitistas de baja densidad, que consumen muchos recursos para unos pocos.
Y todo ese cambio de paradigma se ha hecho desde la realidad de Alboraya, con la contribución de muchos vecinos y vecinas. Cientos de sugerencias, opiniones y alegaciones se han recogido y se han intentado aplicar.
Tras 10 años de ajustes y adaptaciones a la nueva legislación y sus objetivos, el resultado es un Plan General para Alboraya que en los próximos 25 años tan sólo podrá ocupar un 3% de su territorio y su huerta, quedando protegida por completo más de 6.000.000 de m² de huerta.
Un Plan verdaderamente sostenible que protege además de la huerta, los derechos de los y las alboraienses del presente y del futuro, a la educación, a la salud, a una vivienda digna, a la igualdad de trato y de oportunidades, al trabajo y a la conservación y cuidado de nuestro patrimonio común: la huerta, las playas y el centro histórico. Un proyecto exigente que no acude a más endeudamientos de los que ya tenemos, ni fíe nuestro futuro a exagerados desarrollos urbanísticos, depredadores de nuestro entorno tradicional.