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Los iberos no llegan a la Comunitat Valenciana. No son el fruto de una conquista militar, ni de un flujo migratorio. Es la evolución de los indígenas que habitaban estas tierras allá por el 3000 a.C. con otros pueblos que fueron llegando a la zona, a través del mar generalmente.
Hoy podemos conocer más sobre ellos gracias a la Cátedra O-City Territori Valencià, que promueve el patrimonio natural y cultural de nuestras ciudades, como vía indispensable para su desarrollo y transmisión de valores. Todo ello articulado con el modelo de economía naranja cuyos pilares fundamentales son la transformación social y económica del país, desde las regiones con herramientas de desarrollo cultural, social y económico.
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Conozcamos más sobre los íberos
No existen fechas que marquen una etapa en la cronología ibera. Pero sí hay un cambio material, que se da en la cerámica: la aparición de objetos cerámicos hechos con el torno alfarero, y el abandono progresivo de los fabricados a mano.
En el siglo VIII a.C. aparecen piezas torneadas de producción fenicia y griega, pero es hacia el siglo VI a.C. cuando se generalizan las de producción valenciana.
La cerámica ibera con torno va ligada a la necesidad de tener grandes recipientes para transportar alimentos y bebidas. Esto supone otro cambio, la comercialización de la producción agrícola; los rendimientos del suelo aumentaron con la introducción de instrumental de hierro y el desarrollo de la arboricultura.
Todo ello compone la cultura ibera, y lleva aparejados otros cambios, como el abandono de poblados y la construcción de otros nuevos.
La sociedad ibera está basada en un economía fundamentalmente agrícola y ganadera, dedicada a la explotación metalúrgica, con redes comerciales capaces de dar salida a sus excedentes de producción. Se organizan en torno a jefaturas que controlan territorios más o menos extensos.
Las ciudades iberas en la Comunitat Valenciana
Los centros de poder alrededor de los que se estructuró el territorio en la Comunitat Valenciana en la época ibera de la Edad Antigua fueron: Ilici (La Alcudia – Elche), Castellar de Meca (Ayora), Saitibi / Saitabi (Xàtiva), Edeta (Llíria), Kili / Gili (La Carencia – Turís) y Kelin (Los Villares – Caudete de las Fuentes).
Ilici está situada en la loma de La Alcudia desde la Edad del Bronce y fue una importante ciudad ibera, de entorno a 10 hectáreas de extensión, antes de convertirse en una ciudad romana y trasladarse en época islámica al actual emplazamiento de Elche.
Edeta se levantó ocupando la mayor parte de un cerro en el curso medio del río Túria. Había numerosas calles que permitían el paso de carros, casas de varias alturas y un urbanismo complejo para la época.
No existe un consenso total entre los historiadores sobre la relación entre Arse / Saguntum y Edeta, federadas según algunos autores, dependiente la primera de la segunda, según otros. Edeta tenía la fuerza militar y una economía basada en la explotación agropecuaria, y Arse / Saguntum fue una gran ciudad portuaria.
El Tossal de Sant Miquel (Llíria), es el yacimiento conocido sobre todo por su colección de vasos decorados del llamado estilo narrativo de Llíria-Oliva y por los textos escritos que acompañan estas decoraciones, constituyendo el mayor archivo epigráfico ibérico conocido.
El yacimiento ha sido identificado con la antigua Edeta a partir de las citas de algunos autores clásicos como Claudio Ptolomeo. Su relevancia reside no sólo en la extraordinaria calidad y excepcionalidad de sus conjuntos materiales, entre los que destacan los vasos con decoraciones figuradas únicas, sino también en la relación que estableció con otros asentamientos del entorno. Así, desde finales del siglo V a.C. Edeta ejerció el control político y económico de un amplio territorio en el que se diseminaban aldeas y caseríos dedicados a la explotación de los recursos agrícolas y ganaderos, como la Monravana (Llíria), el Castellet de Bernabé o la Seña (Villar del Arzobispo). Este espacio quedaba delimitado por una red defensiva de fortines situados en la Sierra Calderona, como el Puntal dels Llops (Olocau), que mantenían relaciones visuales entre ellos y la ciudad.
Edeta completó el control de las tierras al Norte de la Sierra Calderona, penetrando en La Serranía, hasta limitar con Kili / Gili, uno de los grandes centros de la Edad Antigua.
Kili / Gili era conocido sólo por las monedas que acuñó pero ha sido identificada con el gran yacimiento de La Carència, en Turís. Se le calcula una extensión de varias hectáreas y una cronología que se remonta desde el siglo VII a.C. al III d.C.
Al oeste de la actual provincia de Valencia, en Caudete de las Fuentes, se encuentra la ciudad de Kelin. Con una superficie superior a la decena de hectáreas, controló y explotó el altiplano de Requena – Utiel y los caminos que llevaban a la Meseta.
Esto le permitió un contacto fluido con el mundo celtibérico, canalizando el tráfico de mercancías, lo que le valió ser un gran centro hasta la conquista romana.
El territorio de Saiti (Xàtiva) también fue extenso, aunque de la ciudad apenas se sabe, pues está en gran parte bajo el castillo de Xàtiva. Como Kelin y Kili / Gili llegó a acuñar monedas.
Además de los grandes centros existían otros asentamientos, de menor tamaño y población, los eppida de frontera, en los límites de los territorios.
El fin de los iberos en la Comunitat Valenciana
Los territorios se organizan y crecen a lo largo del siglo IV a.C., y en el siglo III a.C. alcanzan un complejo desarrollo cultural, social, comercial y político.
Los grandes núcleos lograron la explotación intensiva de sus territorios; la arquitectura, la metalurgia, la agricultura y la ganadería estaban completamente desarrolladas, y el uso de la escritura y la moneda comenzaba a generalizarse.
La producción artística asimiló las influencias helenísticas y vivió una gran evolución, como la sociedad, más jerarquizada a lo largo de los siglos de la Edad Antigua.
Esta fue la Comunitat Valenciana que encontraron las tropas cartaginesas de Baca cuando desembarcaron en la Península Ibérica en el 236 a.C. Y tras ellos los romanos en el 218 a.C.
Las potencia mediterráneas cambiaron pronto la fisonomía de los pueblos iberos. Las primeras expediciones y luego las guerras cambiaron la política de alianzas entre ciudades, ya que no podían hacer frente a la superioridad militar cartaginesa y romana.
La Segunda Guerra Púnica y la conquista romana acabaron con la evolución cultura ibera.