Varios vecinos de localidades como Alfafar, Massanassa o Sedaví, todos ellos devastados por la catástrofe sufrida en l’Horta Sud, denuncian la inseguridad que provocan los robos, los saqueos e incluso las ‘okupaciones’ que se están produciendo en las últimas horas en sus municipios
«Imagínate todo el día trabajando y encima por la noche hacer guardia para que no nos entren a robar», lamenta a EFE TV Lucía, una de tantas vecinas que ha perdido su casa y que continúa quitando enseres enfangados e intentando desprenderse del barro.
Lucía tiene «mucho miedo», porque «‘okupan’ las casas, roban todo lo que queda» y se «lo quitan», por lo que se tiene que «turnar» con los vecinos y quedarse a dormir en la puerta de sus viviendas: «Ponemos lo que podemos para poder dormir», dice Lucía, que insiste en que esta situación no le ocurre sólo a ella.
Daniel vive en Sedaví, el primero de los pueblos después del cauce del río, y agradece que tras la llegada de la UME y la policía, la mayoría de los vecinos hayan recuperado la electricidad y puedan acceder a agua y alimentos.
No obstante, apunta que no en todos los pueblos se vive esta situación de «tranquilidad y seguridad», ya que, en otros más alejados de València, donde aún no han llegados tantos recursos, «da miedo estar porque está dejado y sin policía».
Así, se refiere a saqueos y robos en domicilios.»En Benetússer hay gente desvalijando las casas, llaman pidiendo ayuda y no quieren ayuda, sino que entran con machete a robar», asegura este joven, que recuerda que en todos los lugares y en todas las circunstancias «hay gente buena y gente mala».
En eso mismo insiste también María José Valero, que destaca que «los primeros días fueron desoladores», porque «empezó a pasar gente con compra (procedente del centro comercial MN4)» y mientras veían cómo ella achicaba «el barro de dentro de la casa, nadie era capaz de preguntar si hacía falta algo».
Valero comenta que mandó a sus padres a la parte de arriba de la casa en cuanto vio que el agua empezaba a alcanzar la vivienda e intentó «poner cosas encima de la mesa para salvar algo».
«Pero la puerta me cayó y fue entonces cuando empezó a entrar más y más agua», lamenta la mujer, que explica que ha estado días retirando el barro, incrustado todavía en su vivienda.
Eso sí, agradece la solidaridad de estos últimos dos días: «La verdad es que después ha habido gente muy solidaria. Los vecinos nos hemos apoyado todo lo que hemos podido y luego te contactan amigos que pueden llegar», incide Valero, que comenta que llegaron personas desde Valencia andando para llevarse a casa a sus familiares.