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La excavación arqueológica se llevó a cabo entre marzo y mayo de ese año, bajo la dirección del arqueólogo Ramón López Lancha.
Los sondeos arqueológicos previos a la construcción de un edificio de viviendas en la calle Guadalest localizaron en 2018 un tramo de la calzada íbera que unía Álon (núcleo urbano ibero de la Vila Joiosa) con el gran santuario de la Malladeta y con la comarca de Alicante. Con ello la Vila Joiosa suma a su rico patrimonio un nuevo elemento singular.
El 2019 ya se reconstruyó y musealizó un tramo de calzada romana altoimperial, paralelo a ésta, en la calle Callosa d’En Sarrià, a 60 metros de distancia, en el lado opuesto de la misma manzana. Esta calzada imperial es un siglo posterior a la que ahora se ha recuperado, y curiosamente la carretera nacional discurrió exactamente sobre aquella hasta que se modificó su trazado para crear la actual N-332a dos mil años después.
La excavación arqueológica se llevó a cabo entre marzo y mayo de ese año, bajo la dirección del arqueólogo Ramón López Lancha. En ella se encontró la calzada ibera, que cruzaba el lado sur del solar a construir. En diciembre de 2018 se realizó la fotogrametría de un tramo de 9,40 m de longitud, realizados por la empresa Almadraba Playa Promociones bajo la dirección de la arqueóloga Verónica Quiles López.
Igualmente se numeró cada una de las piedras de los dos muros que flanqueaban la calzada en este tramo, para desmontarlos y almacenarlos de cara a su posterior reconstrucción.
En las últimas semanas se ha restituido piedra a piedra este tramo de calzada fuera de la urbanización, sobre la acera pública, para que cualquier vecino o turista pueda acceder a ella. La restitución se ha realizado con su orientación exacta original, aunque unos 1,5 m por encima de la cota a la que se encontró, para permitir su contemplación a la altura de calle actual.
Se han reconstruido los dos muretes paralelos de doble cara, hechos de piedras tomadas con barro, de 53 cm. de ancho. Discurren paralelos y sirven para delimitar y sujetar el terreno de la calzada.
También se ha reproducido el pavimento de la calzada entre ambos muros, de 5,11 m. de anchura media, realizado con tierra apisonada. En la mayor parte de su recorrido, las calzadas iberas de la Vila Joiosa, como otras de la época y muchos caminos actuales, no eran pavimentos empedrados, como las de las ciudades romanas, sino caminos de tierra. En cambio, la calzada romana imperial cercana sí que tuvo un empedrado de cantos pequeños bajo la superficie de tierra, para facilitar el drenaje en caso de lluvia.